Las etiquetas en los niños pueden influir negativamente en su desarrollo e incluso en su pensamiento. Por esta razón te contamos sobre las etiquetas, cuál es la forma correcta de emplearla y las consecuencias que pueden generar a corto y largo plazo.
En nuestra sociedad solemos creer que las etiquetas o apodos son algo bastante común hasta el punto de que lo hemos normalizado, no lo cuestionamos, lo aceptamos así sin más. Frecuentemente desde edades tempranas se les ponen apodos o etiquetas a los niños con base en su comportamiento, a partir de alguna característica física o incluso por su nombre.
Estos adjetivos suelen extenderse a otras etapas de su desarrollo aunque ellos o ellas ya hayan cambiado. Por ejemplo decirle a tu hija o hijo “llorón”, “gritón”, “gordito”, etc. No obstante, esto puede ser peligroso para su desarrollo.
¿Existen etiquetas positivas y negativas?
Seguramente puedes pensar que estas etiquetas no siempre se hacen con malicia y que incluso surgen del cariño, sin embargo ¿alguna vez te has detenido a preguntarle a ese niño o niña cómo se siente al respecto? Probablemente la respuesta es no, ya que a veces como adultos no consideramos su sentir porque no los pensamos como seres humanos como tal, con todo el respeto que merecen.
Entonces si se va a usar alguna etiqueta o apodo desde el cariño, es necesario preguntarle a los niños qué opinan, cómo se sienten y si lo aprueban. Con ello nos aseguraremos de que lo está percibiendo de la misma forma que nosotros.
Consecuencias de las etiquetas en los niños
- Las etiquetas despectivas pueden generar una baja autoestima, ya que el niño o niña va a creer lo que sus padres le digan. Si le dicen que es un “burro”, “inútil”, “maleducado” lo va a adoptar hasta el punto de hablarse a sí mismo usando esos adjetivos.
- Aprende a ofender a otras personas, ya que el niño o niña se habitúa a estos adjetivos lo normaliza, por lo que puede pensar que es algo común y que no tiene ninguna consecuencia, lo cual lo lleva a replicarlo en otros ámbitos, como la escuela.
- Comienza a comportarse de la forma en que lo etiquetamos. Al usar etiquetas despectivas podemos internalizar eso en el niño, así que no hará nada por cambiarlo, “me porto así porque todos ya saben que soy así”.
- Puede preceder o apoyar el acoso escolar, ya que si nosotros como padres y madres no les mostramos respeto, le damos el permiso a otros de que también lo hagan.
- Al usar estas etiquetas cuando queremos corregir su comportamiento, se pueden sentir agredidos y actuar a la defensiva. Entonces describe en lugar de etiquetar, así corregirás lo que hace y no lo que es. Por ejemplo puede decir “estás hablando muy fuerte” en lugar de “eres un gritón”.
Respetemos a nuestros hijos, es la mejor arma para que se respeten a sí mismos, a los otros y que sepan cómo deben ser tratados.
“Las personas con una imagen sana de sí mismas exigen respeto de los demás. Ellas mismas se dan buen trato y, con ello le indican al resto de la gente cómo debe tratárselas.”
Andrew Matthews
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