Es verdad que nadie nos enseña a ser padres o madres. A veces, por las experiencias con nuestros hijos podemos tener un dilema respecto a ser autoritarios con nuestros hijos o llegar al extremo de la permisividad. Ambas opciones no resultan ser convenientes. Poner límites es necesario para el desarrollo sano de los pequeños, pero es importante diferenciar entre límites y castigos, ya que suelen confundirse con mucha frecuencia. 

Los límites son indicaciones que van acorde a reglas que se establecen con anticipación y tienen consecuencias, pero estas consecuencias no son castigos. Los castigos están cargados de emociones como el enojo para reprender al niño como respuesta a su conducta, por lo que no se anticipan, no tienen coherencia con la conducta y suelen no ser funcionales, incluso pueden tener efectos negativos. A continuación te damos unas recomendaciones para establecer límites sin violencia.

Los límites no consisten en obligar a un niño a hacer algo por imposición, si no es estar convencidos de que ese algo es lo mejor que él necesita en ese momento.

Psic. Paty Medrano

1.    Establece rutinas y horarios congruentes

Aunque puede parecer algo evidente, es importante recordarlo, ya que es uno de los primeros pasos para crear un entorno predecible y favorable para poner límites. Las rutinas le permiten al niño tener más seguridad sobre lo que va a pasar, además de que le ayuda a formar hábitos. Con esto no tendremos problema para que hagan ciertas cosas, pues lo sabrán con anticipación.

2.    Considera la edad y temperamento del niño o niña.

Los niños son por naturaleza activos, constantemente conforme van creciendo buscan su independencia, cada uno es único, por lo que es imprescindible identificar la etapa de desarrollo en la que se encuentran para que estés seguro de lo que puedes esperar y así poner límites realistas.

3.    Aprende a utilizar las consecuencias

Las consecuencias naturales suelen ser más eficaces que los castigos, éstas son las ideales a utilizar porque permiten al niño aprender, ya que le estamos haciendo darse cuenta de lo que puede pasar si continúa con la conducta. Deben ser inmediatas (en el momento que se presente la situación), seguras (ser firmes ante lo que expresamos, si no nuestra palabra pierde poder y sentido)  y coherentes (que tenga relación con la conducta).

4.    Establece los límites en forma positiva.

En lugar de enfocarnos en lo que no deben hacer, busquemos darle las opciones de lo que sí pueden hacer, para guiar su comportamiento en lugar de sólo frenarlos.

5.    Paciencia

Cada niño es diferente, así como su contexto, por lo que no existen recetas que funcionen de la misma forma con todos, es importante no desistir y si es necesario empezar de nuevo, el tiempo para poder ver resultados es relativo, por lo que la paciencia y la constancia son la clave.

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