Te explicamos todo lo que debes saber del Trastorno del Espectro Autista.
Últimamente se ha hecho un mayor eco respecto al autismo o trastorno del espectro autista. Esto puede impactar de forma beneficiosa en cómo se observa y trata a las personas que lo tienen, pues se aprende a respetar la diferencia. Por eso en este artículo te compartimos las generalidades de este trastorno del neurodesarrollo.
¿Qué es el Trastorno del Espectro Autista?
Primero, se puede decir que el TEA o Autismo como comúnmente se le conoce, es un trastorno del neurodesarrollo que puede provocar acusados problemas sociales, comunicacionales y conductuales. Estos afectan significativamente en las áreas de desarrollo habitual. Principalmente, se caracteriza por dificultades en:
A. En la comunicación e interacción social en diversos contextos. Por lo que pueden existir deficiencias en:
- La reciprocidad socioemocional. Por ejemplo pocos intereses, sentimientos o emociones compartidas. Así como el fracaso para iniciar o responder a situaciones sociales.
- La utilización de conductas comunicativas no verbales. Por ejemplo poca integración de los elementos comunicativos verbales y no verbales, anomalías en el contacto visual o lenguaje corporal.
- El desarrollo, mantenimiento y comprensión de las relaciones. Por ejemplo les cuesta ajustar su comportamiento según el contexto, también hay dificultad para compartir juegos imaginativos o para hacer amigos.
B. Patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses y actividades. Pudiéndose manifestar de la siguiente manera:
- Movimientos, utilización de objetos o habla estereotipados o repetitivos. Por ejemplo:
- Movimientos repetitivos simples.
- Alineación de juguetes.
- Repetición involuntaria de frases o palabras que acaban de oír o pronunciar.
- Frases idiosincrásicas.
- Insistencia en la monotonía, excesiva inflexibilidad de rutinas o patrones ritualizados de comportamiento verbal o no verbal.
- Gran angustia ante cambios pequeños.
- Patrones de pensamiento rígido.
- Rituales de saludo.
- Necesidad de tomar siempre el mismo camino o de comer lo mismo cada día.
- Intereses restringidos, fijos e intensos.
- Fuerte apego o preocupación por intereses inusuales.
- Intereses excesivamente perseverantes.
- Hipo- o hiperreactividad a los estímulos sensoriales o interés por aspectos sensoriales del entorno.
- Indiferencia aparente ante la temperatura o el dolor.
- Olfateo o palpación excesiva de objetos.
- Respuestas adversas a sonidos o temperaturas específicas.
Además, se utiliza el término “espectro” porque estas manifestaciones pueden variar de acuerdo al nivel de afección, el nivel de desarrollo y la edad, según el caso. Probablemente, en algunos casos están más acusadas que en otros.
Diagnóstico e intervención
Para empezar, es importante mencionar que es preferible que el diagnóstico lo realice un profesional (generalmente un psiquiatra o psicólogo) especializado en este trastorno. Aunque no existen pruebas médicas que se utilicen, si hay pruebas psicométricas que requieren entrenamiento para aplicarse e interpretarse de forma adecuada. Es así que, es posible detectarlo desde edades tempranas, y es lo ideal porque así es posible brindarle los apoyos que requiere, no obstante pocas veces se realiza por el desconocimiento, además de que los niños quietos son mejor vistos.
Por último, es imprescindible mencionar que no existe cura para este trastorno, no obstante se pueden realizar intervenciones en diferentes áreas para que adquiera habilidades que le permitan desenvolverse con naturalidad en su entorno. Además en estas intervenciones se implica a la familia, pues también se les entrena para que puedan interactuar eficazmente con su familiar a lo largo de su vida.
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